“El mayor desafío es la necesidad de completar no solamente un cambio, sino una transformación total”

Fotoentrevista a Oberlisa Ogonaga Salazar, coordinadora de CONAMUNE Carchi.

Foto: Nicoletta Marinelli, Fundación ALDEA, 2021.

Foto: Nicoletta Marinelli, Fundación ALDEA, 2021.

[Fotoreportaje] Oberlisa nació en el Valle del Chota, territorio que ha recorrido y conoce en lo profundo de sus valles, laderas, sendas y comunidades. Su nombre completo es María Concepción Oberlisa Ogonaga Salazar. “Tengo tres nombres!” exclama y luego celebra con una sonrisa que le deja hoyuelos en las mejillas. Es actualmente la coordinadora de la Coordinadora Nacional de Mujeres Negras del Ecuador de la provincia del Carchi y, además, una lideresa referente para la organización de muchas mujeres. Una de sus experiencias destacadas es haber impulsado un banco comunitario de créditos productivos para mujeres afrodescendientes de su comunidad.

Oberlisa, ¿qué significa para usted el Territorio Ancestral afroecuatoriano del Valle del Chota?

Foto: Nicoletta Marinelli, Fundación ALDEA, 2021.

Foto: Nicoletta Marinelli, Fundación ALDEA, 2021.

En el Territorio Ancestral la geografía nos define: Piquiucho, Caldera, Pusir, Tumbatú. Aquí, las mujeres vivimos a la distancia y, muchas veces, nos movemos de un lugar a otro. Mi madre me dio a la luz en El Chota; sin embargo, a los 15 días de nacida, mis padres se mudaron primero a Pusir Chico y, más tarde a Pusir Grande. Allí, en el campo, crecí hasta que me trasladé nuevamente a San Vicente de Pusir porque no había institutos para continuar los estudios en la comunidad. Hice un curso de auxiliar de enfermería y comencé a trabajar con los servicios de voluntarios internacionales. Años más tarde, pasé a desempeñarme como auxiliar de oficina en centros educativos matriz. Realizaba visitas de campo en 17 comunidades del territorio, para hacer los reportes de necesidades educativas para el Ministerio de Educación.

¿Cuáles son las opciones de trabajo para las mujeres del Territorio Ancestral en el Carchi?

Foto: Nicoletta Marinelli, Fundación ALDEA, 2021.

Foto: Nicoletta Marinelli, Fundación ALDEA, 2021.

Todas las mujeres que habitan en comunidades rurales manifiestan la falta de oportunidades laborales. La mayoría de las mujeres del campo se dedican al comercio, pero necesitan un capital inicial para adquirir las mercancías. Las mujeres rurales tienen barreras y limitantes para acceder a créditos en las instituciones bancarias. Por este motivo, en Pusir Grande, 35 mujeres nos reunimos alrededor de un banco comunitario. Nuestra organización se llama “Paz, Desarrollo e Igualdad” y, efectivamente, esas son nuestras aspiraciones: ser portadoras de paz y alcanzar la igualdad de género. Lo fundamental en una organización es tener los mismos ideales que sean en un horizonte común.

¿Cómo se organiza el banco comunitario de las mujeres de Pusir?

Nuestro banco comunitario recibe dinero de la cooperación internacional, un monto total de aproximadamente 15 mil dólares, que repartimos en partes iguales entre las 35 mujeres. Aplicamos una tasa de interés del 1% anual, es un préstamo ventajoso que las socias devuelven mensual o anualmente. Con ese monto, las mayoría de las asociadas compran en el mercado mayorista y realizan venta al por menor. Pienso que las mujeres somos más capaces, más responsables que los hombres. Con la autonomía económica, las mujeres logran una mayor autonomía en otras esferas de sus vidas e, incluso, a veces, les ayuda a salir de la violencia. Al cumplir el año de trabajo, devolvemos el monto entero del préstamo y los intereses que hemos producido. Viendo nuestro buen desempeño, la cooperación fue aumentando paulatinamente el crédito. Me siento muy orgullosa por las metas logradas.

Foto: Nicoletta Marinelli, Fundación ALDEA, 2021.

Foto: Nicoletta Marinelli, Fundación ALDEA, 2021.

¿Cómo lograron la sostenibilidad del proyecto de acceso a créditos productivos?

Es necesaria una estrategia para garantizar el cumplimiento de las metas y contar con reglamentos y estatutos claros. Lastimosamente y con el dolor del alma, las socias que no pagaron el préstamo, no son elegibles para el siguiente desembolso. Para no quedar mal con nuestros acreedores, tratamos de ponernos metas mensuales. Hasta ahora siempre hemos podido pagar, no me quejo [risas].

¿Qué otros temas son importantes para las mujeres afrochoteñas?

Las mujeres queremos igualdad de género. Soy una mujer de cierta edad, observo las nuevas generaciones y no quiero que existan maltratos entre hombres y mujeres. Desde hace años, la CONAMUNE trabaja en la prevención y respuesta a la violencia contra las mujeres y para derribar el machismo. Pero el patriarcado es tan poderoso que es realmente difícil salir del círculo. A veces, recibimos talleres sobre violencia, pero regresamos a la misma realidad y no interiorizamos la necesidad de un cambio profundo. Una mujer maltratada necesita el apoyo económico y emocional de una comunidad entera y no siempre lo tenemos. Me gustaría poder dar más.

¿Cuáles son los desafíos a futuro para la CONAMUNE?

Para la CONAMUNE, el mayor desafío es la necesidad de completar no solamente un cambio, sino una transformación total. Somos mujeres que nos debemos dar respaldo recíproco. Algunas veces las organizaciones siembran, pero no cosechan los frutos de su trabajo. Eso es porque se quedan en palabras. No queremos que nos den pescado, sino que nos enseñen a pescar. Un huertito que nosotras sepamos que esté floreciendo y los frutos podamos coger. Que nos enseñen a sobresalir como grupo, que lleguemos a donde queramos y cumplir los fines propuestos. Somos caminantes, porque al caminar vamos haciendo nuestros propios senderos.


Por: Isabel Folleco y Nicoletta Marinelli.