Ana Lucía Cajas Salazar, la guardiana de MarakSacha
El Chocó Andino es uno de los mayores tesoros naturales de Pichincha en Ecuador. Ubicado al noroccidente de la provincia, este ecosistema subtropical húmedo fue declarado por la UNESCO como Reserva de la Biósfera en 2018. Y dentro de esta cornucopia maravillosa de vida, viven mujeres templadas por la geografía, el clima y sus sueños.
Esta vez conversamos con Ana Lucía Cajas Salazar. Con su esposo y dos de sus cinco hijos, maneja el proyecto de MarakSacha Reserve, ubicado en el kilómetro 28 de la vía Calacalí - La Independencia. Y esta es su historia.
Luego de los saludos iniciales, me dice: “Yo desde chiquita tenía un sueño. Soñaba con tener un lugar bonito con paz y tranquilidad y ahora lo tengo”.
MarakSacha no siempre ha sido el lugar mágico dónde las aves llegan a comer los frutos y a volar de rama en rama haciendo gala de los colores de sus hermosas plumas. “Yo no sabía nada de agroturismo” cuenta Ana Lucía “No creía mucho en eso, porque pensaba que debía irme de aquí para progresar”. Hasta que, por esas vueltas de la vida, llegó el licenciado Manuel Espinosa quien “nos enseñó”.
Corría el año 2021. La pandemia estaba dando sus zarpazos finales, y para los sobrevivientes de esa dura etapa de la vida individual y familiar, la oportunidad de dar un giro a su vida, era un salto para alejarse de la muerte, la enfermedad, la fragilidad. Una oportunidad para renacer.
“Nunca había visto al Chocó y a nuestro pedacito de tierra con ojos de conservación. Hasta ese tiempo, miraba a la tierra como un lugar para explotar y sacar productos. Ahora sé que, aunque yo tengo el título de propiedad, los verdaderos dueños son ellos, las plantas y los animales. Nosotros solo cuidamos”.
El cambio no vino solo con la agroecología. Ana Lucía y otras mujeres del Chocó Andino recibieron talleres de “empoderamiento de mujeres”, facilitados por Geraldina Guerra y Daniela Balarezo. “Esos talleres me ayudaron a entender mis derechos, que mi voz importa, que puedo liderar. Y todo se entrelazó… y de allí nació lo que es MarakSacha”.
Escribirlo es fácil, contarlo también, pero cuando le pregunto cómo ha sido el proceso, las vocales se alargan: “Uuuuuuh, no ha sido fácil. Al comienzo fue duro. Primero por el machismo. Hacerle entender a mi esposo que todos somos iguales. Que, aunque no tengamos la misma fuerza, tenemos los mismos derechos. Ahora todos vamos juntos de la mano, ha sido un proceso interno de la familia”.
Mientras pasaba todo ese cataclismo, Ana Lucía criaba a sus cinco hijos e hijas y transformaba la finca en una reserva. Como si eso fuera poco, había que luchar contra la minera. MarakSacha estaba en el corazón (polígono) del bloque minero.
“Antes de la consulta popular, nadie de los ministerios quería ayudar. Nos decían que no hiciéramos nada, que dejáramos el terreno, que teníamos que irnos. Pero yo con Vinicio [su esposo] decíamos que no nos íbamos. Que teníamos nuestra escritura y que no nos iban a sacar. Entonces trabajábamos y un 10% de lo que ganábamos lo utilizábamos para restaurar”.
El resultado favorable de la consulta popular quitó de encima un gran peso a Ana Lucía y a su familia. “Allí sí, vino el Ministerio de Agricultura y Ambiente con donaciones. Desde hace dos años, nos apoyan también”.
Ana Lucía se encarga de la logística y las relaciones públicas de MarakSacha, mientras que su esposo se ocupa del mantenimiento. Los últimos dos hijos trabajan en la empresa familiar. “Ofrecemos pesca deportiva, alimentación de colibríes, senderismo y restaurante. Voy por más, quiero tener alojamiento y transporte”
Las aves volvieron pronto con los árboles frutales que sembró Vinicio. Volvió el tucán a cantar, pero no el tucán amazónico, sino el tucán andino piquilaminado. De hecho, marak significa “tucán” en la lengua de los Yumbos, los pueblos originarios del sector.
Ana Lucía se despide y dice: “Soy parte de la red de mujeres y diversidades del Chocó Andino. A las mujeres les digo que nunca es tarde para cumplir el sueño que llevamos dentro. No importa el número de hijos o el marido. Escuchen y sigan la voz interior que te dice ‘tú puedes, sigue’. Las mujeres siempre estamos unidas”.
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“ A las mujeres les digo que nunca es tarde para cumplir el sueño que llevamos dentro. No importa el número de hijos o el marido. Escuchen y sigan la voz interior que te dice ‘tú puedes, sigue’. Las mujeres siempre estamos unidas”