La locura de la cordura, conversación con la doctora María Belén Mena
Dra. María Belén Mena
“Mi hijo, cuándo escucha el sonido del helicóptero, se corre debajo de la cama”. Así de angustiada una madre cuenta cómo ha cambiado el ánimo de su hijo desde que empezaron los ataques indiscriminados a las comunidades en la provincia de Imbabura en los días del paro nacional, en octubre del 2025. El momento que está atravesando Ecuador es complejo. La decisión de eliminar el subsidio al diésel, sumado a otras situaciones como la crisis sanitaria que afecta gravemente el acceso a medicamentos esenciales en el país, la inseguridad, entre otras muchas causas, han desencadenado una reacción popular de rechazo, indignación y resistencia, con el movimiento de los pueblos originarios a la cabeza.
Las reacciones de los y las ciudadanas cubren un espectro muy amplio. Desde declaraciones racistas que pensábamos superadas, hasta tomas de posición de solidaridad, apoyo y recolección de insumos de diferente índole para ayudar a las familias y heridos de los días del paro. Es que la respuesta del Estado, a través de los cuerpos militares y policiales, ha sido desproporcionada dejando una senda cargada de violencia, dolor, violación de los derechos humanos e indefensión.
¿Cómo incide esta situación en la emocionalidad de la amplia franja de la población que frente a los hechos que llegan a través del relato oficial (que repiten los grandes medios de comunicación) contrastado por la frenética actividad de las plataformas digitales que transmiten en vivo y en directo los acontecimientos, y que no tienen una posición definida? ¿Cómo incide esta situación en el estado emocional de las familias de los policías y militares de tropa, que son la carne de cañón de la orden de reprimir la protesta? ¿Cómo incide el paro en la dinámica de las aulas dónde los hijos e hijas de quiénes protestan se sientan a lado de los hijos de los que los reprimen?
“Qué Dios me ayude a detenerme, a curar, a amar más allá de las diferencias. La pregunta no es quién merece mi ayuda, sino: ¿de quién seré prójimo hoy?”
María Belén Mena es médica con formación en bioética clínica, salud pública fármaco-epidemiología y PhD en ciencias. Además, es la Coordinadora para América Latina de la Red Pegasus, una red académica en favor de la Paz, la Salud Pública Global y la sustentabilidad. Con ella intentamos responder a estas preguntas.
Y empieza desde la parábola del buen samaritano. “Cada día escogemos cuál personaje queremos ser: el herido, el ladrón, el indiferente, el samaritano. Qué Dios me ayude a detenerme, a curar, a amar más allá de las diferencias. La pregunta no es quién merece mi ayuda, sino: ¿de quién seré prójimo hoy?”.
Su respuesta lo dice todo y revela también el conflicto diario que vivimos como humanos y que se agudiza en situaciones como las que vive Ecuador. Un país empobrecido, con un incremento de la violencia de un 412,6% (desde el año 2020 hasta 2024, según el observatorio ecuatoriano del Crimen Organizado). Con desempleo de un 3.6% (INEC-agosto 2025) y una pobreza total del 24% y una pobreza extrema del 10,4%. En la ruralidad el valor es de 41,7%. (INEC-junio 2025). La incertidumbre y el espanto, que surgen de estas cifras, se redistribuyen en los hombros de la gente que a diario batalla con una precariedad crónica. Esto también se manifiesta en la volatilidad de las emociones.
La doctora María Belén Mena dice: “A nivel emocional se traduce en ansiedad, estrés. Esto afecta varias esferas de la vida, desde la libido, el apetito (comes mucho o muy poco), la tolerancia y la convivencia. Gritas y te ofuscas por nada, estás embroncado, no puedes dormir”.
El paro añade más ansiedad y estrés postraumático. “El rol del gobierno es fundamental. No se puede ahondar la dicotomía entre bueno y malo. Justo e injusto. Se debería apuntar a reducir la polarización y trabajar para sanar la herida social que se vuelto a abrir en estos días. Nos damos cuenta de lo racista que es Ecuador. Nos damos cuenta que necesitamos reflexionar profundamente para empezar a trabajar sobre la eliminación del racismo. Los efectos de esta herida social son devastadores. No solo en este momento, sino a mediano y largo plazo. La psiquis colectiva se verá afectada y hay que trabajar desde ya, para contener. El Ministerio de Salud debería trabajar en salud mental. En las escuelas, con los niños y niñas, es importantísimo mantener las rutinas, no dejar de celebrar los pequeños logros. Explicar a los niños y niñas que es lo que está pasando, desde un lenguaje que puedan comprender”.
“Urge activar los protocolos interinstitucionales para situaciones extremas como las que estamos viviendo.”
“Urge activar los protocolos interinstitucionales para situaciones extremas como las que estamos viviendo. Al mismo tiempo, en las familias, hay que hablar para que los hijos e hijas no solo sean los que sufren las consecuencias de las tensiones de los adultos, sino que se sientan protegidos y respaldados por sus padres. Cuando el hambre y la miseria azotan, no pensamos en la salud mental como prioridad de atención. Y esto es como una olla de presión que puede en cualquier momento aun ante una situación aparentemente “insignificante”, explotar en forma de llanto, ira, ideas negativas del futuro”.
Continua: “Ecuador necesita reconciliarse, de manera sistemática, profunda, solicita y proponente. La paz no se firma entre amigos, entonces el primer paso es reconocer. Nos reconocemos desde los sentimientos que nos permiten entender. De ese entendimiento nace la libertad”.
Mientras la doctora María Belén habla, pienso que también el Estado debería preguntarse qué rol juega en la parábola del buen samaritano. También el Estado tiene la oportunidad y la obligatoriedad de socorrer, sanar, y reconciliar.
La doctora María Belén concluye: “Como diría el sombrerero de “Alicia en el país de las maravillas”: se necesita mucha locura para soportar tanta realidad”.
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